Oh dulce espontánea
tierra cuán seguido
los
dedos
ya chochos de
filósofos lascivos te pellizcaron
y
se clavaron en
ti
, el pícaro pulgar
de la ciencia pinchó
tu
belleza .cuán
seguido las religiones te
pusieron sobre sus rodillas huesudas
presionandote y
abofeteándote para que pudieras concebir
dioses
(pero
verdadera
para el incomparable lecho de la muerte
rítmico
amante
a ellos les
respondes sólo con
primavera)
Traducción: Jorge Santiago Perednik
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