La inocencia en sí misma es
pasión. El inocente no tiene dolor, ni sufrimiento, a pesar de haber tenido
miles de experiencias. No son las experiencias las que corrompen la mente, sino
el rastro que dejan, el residuo, las cicatrices, los recuerdos. Todo esto se
acumula, se amontona y entonces empieza el dolor. Este dolor es tiempo. Y donde
hay tiempo, no hay inocencia. La pasión no nace del dolor. El dolor es
experiencia, experiencia de la vida diaria, de la vida de agonía y de placeres
pasajeros, de temores y certezas. Uno no puede escapar de las experiencias,
pero no es necesario que éstas arraiguen en la mente. Esas raíces generan
problemas, conflictos y lucha constantes. La única salida es que uno muera cada
día a todos los ayeres. Solo una mente clara puede ser apasionada; sin pasión,
uno no puede ver la brisa entre las hojas, o el reflejo del sol en el agua. Sin
pasión no hay amor.
KRISHNAMURTI
KRISHNAMURTI
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