miércoles, 3 de febrero de 2021

Lord Byron. Epitafio a su perro Boatswain

 

EPITAFIO PARA UN PERRO

Epitaph to a dog


Cerca de este lugar

reposan los restos de un ser

que poseyó la belleza sin la vanidad,

la fuerza sin la insolencia,

el valor sin la ferocidad,

y todas las virtudes del hombre sin sus vicios.

 

Este elogio, que constituiría una absurda lisonja

si estuviera escrito sobre cenizas humanas,

no es más que un justo tributo a la memoria de

Boatswain, un perro

nacido en Newfoundland, en mayo de 1803

y muerto en Newstead Abbey, el 18 de noviembre de 1808.

 

Cuando algún orgulloso humano regresa a la Tierra,

Desconocido para la Gloria, pero ayudado por su nacimiento

El arte del escultor agota las pompas de dolor

Y los ataúdes conmemoran a quienes descansan allí.

Cuando todo terminó, sobre la tumba se ve

no lo que él fue, sino lo que debió haber sido.

 

Pero el pobre Perro, en vida el amigo más fiel,

el primero en saludarte, el más dispuesto a defenderte

Cuyo honesto corazón es propiedad de su dueño

Quien trabaja, pelea, vive, respira por él

Cae sin honores, sin que nadie note su valía,

Y el alma que lo acompañó en la Tierra es rechazada en el Cielo

mientras que el hombre, ¡vano insecto!, desea ser perdonado,

Y reclama un Cielo exclusivo para él.

 

¡Tú, hombre! Débil inquilino de una hora

Desmoralizado por la esclavitud, corrompido por el poder

Quien te conozca bien se alejará de ti con disgusto

¡Masa degradada de polvo animado!

¡Tu amor es lujuria, tu amistad es un engaño,

Tu lengua es hipocresía, tu corazón es una mentira!

 

Vil por naturaleza, tu nobleza es sólo de nombre

cualquier bestia gentil puede hacerte sonrojar por la vergüenza.

Tú, a quien el azar ha traído ante esta simple urna,

sigue de largo, ella no se levanta en honor de nadie a quien quieras llorar.

Estas piedras se levantan para señalar los restos de un amigo;

solo uno conocí y aquí yace.


Traduccion Analìa Muñoz

 

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